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02/03/05

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El agua caliente sobre mi piel en las mañanas de invierno. El aroma a café recién hecho. El sol calentándome el cuerpo, y su luz intensa filtrándose por cualquier rendija. Un soplo de brisa fresca en verano. Un trago largo de cerveza helada. Una chica bonita que pasa por mi lado, sorprendiéndome con una mirada pícara cuando menos lo esperaba. Una sonrisa. Un abrazo. Un beso. El embrujo de una melodía. La luna llena por las noches sobre el mar espumoso, y el horizonte violáceo. El sonido de mi propia risa. Estirarme en la cama y respirar hondo al fin, después de un día duro y atareado.
No entiendo para qué sirven los motores de 200cv., ni las hipotecas, ni llevar la ropa interior más alta que los pantalones. No sé el porqué de tanta palabra inútil, de tanta palabra falsa o exagerada, ni de tanta palabra maliciosa. No entiendo qué relación ha de haber entre la incomprensión y la falta de respeto. No sé de qué sirve ser mejor que los demás.
No entiendo cómo una persona puede ser mejor que otra.

00:30 Anotado en Delirios propiamente dichos | Permalink | Comentarios (0)