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12/07/06

Magnetopía I: Fábula, versos y diálogo, pero sobretodo un guante arrojado a tu rostro

“Era invierno. La nieve caía mansamente en copos diminutos y ligeros meciéndose en su descenso, empujada a veces caprichosamente por súbitos remolinos de ventisca que levantaban también hojas secas y polvo. Un pajarillo observaba el paisaje, gris y blanco, frío pero indulgente, sobre la rama desnuda de un árbol. Se zafó de la nieve que empezaba a calarle los huesecillos con un ligero aleteo. Otra ave se aproximó planeando y se posó sobre la misma rama, cubierta de nieve, atraída por la serenidad del pardo contemplador, que se atusaba ahora el plumaje bajo las alas, sin percatarse de su inesperada compañía.
–¿Cuánto pesa un copo de nieve? –preguntó el recién llegado.
El pajarillo meditó unos instantes, observando los copos caer.
–Nada.
Ambos permanecieron en silencio.

La nieve continuaba cayendo, con la misma ligereza y parsimonia, y así también caía la tarde. Con el tiempo íbase amontonando la nieve y menguando la luz, en un paisaje aparentemente inmutable, como si de una pintura dinámica se tratara.
Al cabo de un rato, en un árbol vecino, una ramita frágil cedió y se partió bajo el peso de una considerable capa de nieve. Los pájaros se miraron ante aquel acontecimiento. El pájaro que había llegado más tarde, levantó el vuelo y se marchó, dejando al pajarillo pardo contemplando la ramita en el suelo.”
(Extraído de mis recuerdos de infancia, imitación de una corta fábula que leí en la escuela y se debió perder entre los cientos de hojas de aquellos años.)

You, you may say I am a dreamer
But I'm not the only one
I hope someday you'll join us
And the world will be as one.

(Imagine, John Lennon)


LECTOR ATÓNITO: ¿A qué coño viene esta palabra de magnetopía?
WEBMASTER: Hace ya algunos meses que una idea me ronda la cabeza, y va cogiendo cada vez más forma, y va siendo hora ya de ponerla por escrito.
”En un principio pensé designarla con la etiqueta de “Proyecto Imán”, pero no encaja con la naturaleza de la idea. Porque en realidad, la idea no es mía, mi propósito no es dar salida a una inquietud personal, sino asociarme el máximo posible de personas que ya de antemano compartamos una misma idea. Esa idea, de una u otra forma según cada sujeto, es el propósito, y evidentemente no es mío, es colectivo, y no puedo llamar a esto “proyecto” y dotarlo de un nombre como si fuera iniciativa mía porque chocaría frontalmente con la naturaleza del concepto. Era un mal nombre, pues.
”Entonces pensé en buscar una denominación absurda y sin gancho, una denominación que no pudiera presentar un proyecto común serio pues no deseo que el nombre trascienda la idea, sino al contrario, pero que al mismo tiempo resultara provisionalmente nemotécnicamente útil por su valor referencial en cuanto a la idea que representa. Que tuviera relación, vamos. Así se me ocurrió el nombre, porque básicamente el propósito viene a ser utópico, y al mismo tiempo conservo la intención de atracción asociativa, que representa el imán, el magnetismo.
L.A.: ¿Para eso tanta parafernalia? Te enrollas como una persiana pero no has hecho más qué explicar cómo se te ocurrió el nombre, lo cual no tiene más necesidad que la de expresar tu narcisismo, y que por cierto parece un poco contradictorio con tu intención de desvincularte de la autoría de esa “idea” de la que hablas. Pero la idea, que es lo que de verdad interesa, y no tus procesos mentales para llegar al nombre, es lo que me intrigaba saber con mi pregunta.
W.: Te diré en primer término no que tiene por qué ser contradictorio el narcisismo con mi desvinculación de la autoría u “origen intelectual”. Más bien al contrario; tan flagrante e insostenible resultaría defender esta idea como iniciativa propia, que despertaría sin duda gran oprobio mi persona ante los ojos de muchos, en tanto que resulta muy sensato y susceptible de permitir regodearme en mis virtudes asignar al César lo que es del César y dejar lo mío para mí. Por otro lado egolatrías y egoísmos que conduzcan a esta idea han de ser siempre hermosas pecas en el inmaculado rostro del alma, pues no creo que haya modo alguno de deshacerse de esta vanidad que corresponde a la naturaleza de todo ser humano, sea en mayor o menor medida, y en tanto no se oculta -lo cual es una insinceridad-, sino que se canaliza hacia el que se me antoja como el más beneficioso de los cauces posibles, diría yo, querido lector, que estamos ante el más respetable de los narcisismos.
L.A.: No te discutiré lo que me dices, Germán, pero principalmente porque me aburres con tu verborrea y ya va siendo hora de que me expliques esa idea a la que has puesto nombre caduco.
W.: Disculpa, amigo lector, pero sabes que se cuenta entre mis aficiones la de refutar y rebatir argumentos cuando los considero débiles o incoherentes, y así también disfruto cuando estos argumentos acaban superando los míos, pues siempre hay aprendizaje ya sea de una o ambas partes. Ahora bien: ¿no estabas leyendo acaso los textos anteriores cuando se te ocurrió aquella malsonante pregunta? ¿No has tenido oportunidad de reflexionar sobre ellos en relación al nombre que intitula este artículo?
L.A.: Sí, Germán, los estaba leyendo. El primero me recuerda a Bola de Drac, cuando termina por derrotarse al terrible Boo con la suma de toda la fuerza de los humanos, tan débiles por separado. La canción de John Lennon, sí, la he oído. Puede percibirse la intención de agrupar unos intereses dispersos para ganar fuerza y hacer posible algo que se considera imposible, y aunque puedo intuir por dónde va, esperaba que me lo explicaras sin demasiada pompa ni rodeo, y empiezo ya a aburrirme. Además, temo tener que decirte, amigo mío, que lo imposible es imposible, y además no puede ser, y por eso se dice que es imposible. Así que las utopías es mejor dejarlas para los ratos libres y no para consumir en ella excesivos esfuerzos.
W.: Me hablas ya como si supieras eso mismo que preguntabas. Mas yo creo que lo que muchos llaman imposible es lo que no se ha intentado o sencillamente lo que no se ha conseguido, pero a veces, si uno lo siente con pasión, no existe más remedio que entregarse a ella, y que el fin se consiga o no es algo secundario, pues en primer lugar lo que importa es perseguir lo que de verdad deseas y no vivir cubierto por la cenizas de los deseos que consumiste renunciando a ellos. Así pues, prefiero vivir en el fracaso de mi pasión que en el triunfo de mi rendición.
L.A.: Eso es muy bonito pero no quita que puedas estrellarte dolorosamente.
W.: Prefiero estrellarme mil veces a no alzar el vuelo. Parece que quisieras advertirme de un peligro al que me arrojo inconscientemente. Debo decirte entonces que yo por mi parte siento una inmensa pena por ti, por tu renuncia a la pasión, por tu sumisión espiritual: la encuentro peor que la propia muerte.
L.A.: Dejemos de lamentarnos el uno por el otro entonces, porque no llegaremos a ningún acuerdo por esa vía, y explícame esa pasión tuya de una vez, que me marcho ya.
W.: Bien, te diré cuál es mi pasión; es la misma que insuflaba el ánimo de Lennon cuando escribía su canción: libertad, paz, igualdad de oportunidades.
L.A.: Muy utópico, sí señor. ¿Nada más?
W.: ¿Qué más quieres?
L.A.: Me hablas de la utopía pero no del imán.
W.: Cierto. En realidad tengo muchas ideas propias sobre esta utopía y podría decirte mucho más. Es el imán lo que las limita. Tan sólo deseo una unión entorno a esta utopía y una organización práctica. Si me dedicara a disertar sobre mi concepto de estado ideal terminaría como aquel viejo griego que vivía en las nubes, más alto todavía que su maestro. Pero no todos tienen por qué compartir mis elucubraciones. Mi intención no es imponerlas, ni siquiera proponerlas, a no ser que fuera demandado, cosa que dudo. Mi intención es llegar a un acuerdo sobre lo que conviene y lo que no, y por qué conviene cada cosa, y llegar a él a través del debate dialéctico, en el que lo que importa no son los triunfos retóricos, sino los triunfos ideales, y el triunfo de la asociación constituye el verdadero triunfo personal en contrapartida a la excelencia por encima de los demás miembros. Espíritu de equipo y cimientos racionales: no hay más árbitro que la razón.
L.A.: No sé cual es la mayor utopía, si la paz y la justicia en el mundo, o la posibilidad de que se agrupe un equipo que se mantenga estable en unos principios tan cristalinos y perfectos.
W.: Sólo hay una forma de saberlo.
L.A.: ¿?
W.: Si te interesa, participa. Si te empuja el voyeurismo cínico de vernos fracasar, entonces vete al cuerno y olvídate de magnetopías. Como si nunca hubieras oído hablar. Tu pasividad expectante nos destruiría a ambos.

16:30 Anotado en Magnetopía | Permalink | Comentarios (2)

Comentarios

ke mmmmmmmmmmmmmmmmmmmiiiiiiiiiiierda es esto¿?

Anotado por: ori | 21/07/06

¿Qué mierda de comentario es ése?

Anotado por: Webmáster | 21/07/06