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14/05/06

El Sexo NO ES tan importante

Qué tontería. Pues claro que lo es.
En todas las sociedades, el bagaje tradicional y las circunstancias culturales acostumbran a rodear, acosar y derribar la comprensión honesta y directa de muchos conceptos para sustituirlos por otros que se ajusten a los engranajes del sistema.
El sexo es importante. Es más: es esencial, es básico, es la columna vertebral del ser humano. Me abstendré de hablar de Freud, y de Eros y Pathos.
Lo que no tiene la importancia que se le atribuye es el concepto que se ha instaurado como "sexo" en lugar de lo que es el verdadero sexo.
A menudo, cuando sale a la luz este tema en sus versiones populistas (y cada vez con más claridad y concreción), empieza a sonar en mi mente aquella musiquilla ascendente que suena en los pavellones deportivos americanos, de béisbol, hockey, etc. Me acuerdo de esos tipos cuya grandeza podía ser medida por números, de la obsesión yanki por la estadística: Joe DiMaggio, con no sé cuantas carreras por año; Michael Jordan, con no sé cuántos rebotes por partido, asistencias, anotaciones...

Eso era un buen bate
y no lo del Nachete


De la misma manera podríamos hacer tarjetas estadísticas (por supuesto ocupan puestos de honor en la primera división los señores Rocco Sifredi o Nacho Vidal) con los atributos sexuales del hombre: longitud y diámetro del miembro, orgasmos medios por sesión, duración media de la sesión, orgasmos medios conseguidos en la compañera. Se podrían incluir algunos méritos extraordinarios como el número medio de parejas sexuales distintas por mes, o cantidad de prácticas sexuales con más de una hembra y número de hembras implicadas en la práctica. Claro, anotar estos datos y exhibirlos en una tarjeta de presentación y entregarla en las discotecas ahorraría pavoneos y cubatas pero no se hace, no es viable: cualquiera podría falsearlos (como de hecho acostumbra a hacerse de boquita), igual que con los currículums para las entrevistas de trabajo.
Las mujeres por su parte podrían pedir a sus amantes una puntuación del 1 al 10 de su físico y llevarla en una chapita de colgante o en la muñeca; así se ahorrarían muchas peleas sin barro (sin barro básicamente porque se libran en el terreno de la ingeniería social). Y por si acaso otra puntuación sobre 10 como amante, por si es una loba y esas cosas. Así también tendrían datos más objetivos de las pasiones que cosechan entre los hombres con su modelito rojo, con su nuevo maquillaje o su forma de sacar pecho, de contonear las caderas o bailar en las discotecas y así podrían derretir todavía más corazones a su paso.

"Que no, pesaos, hay cosas más relevantes que el tamaño y la duración"



Todo esto es evidentemente un galimatías absurdo. El sexo no consiste en esas cosas. Las ocasiones en que he visto entrevistas a actrices porno acosumbra a repetirse un patrón: se les pregunta sobre la importancia del tamaño del pene, la actriz responde sin demasiado entusiasmo; el tema quema tanto en los entrevistadores, desconcertados ante la indiferencia de la actriz, que vuelve a insistirse. Algo similar acostumbra a suceder con el orgasmo. Imagino que a base de repetir y repetir la experiencia de lo que los sobados tópicos populares sitúan como el súmmum pierden su sentido y se entra en una dimensión en la que, a base de la experiencia, se comprende el sentido de lo que de verdad importa.
Algo similar sucede con los comentarios de Nacho Vidal, que solía decir que sus mejores experiencias sexuales habían sido con mujeres "entradas en carnes"; concretamente decía que su mejor polvo fue con una mujer de más de 100kg de peso.

Esto no me parece en si un problema demasiado grave: que cada uno lo viva a su manera, y listos.
Da la sensación de que para muchos el principal sentido de su vida es encontrar su equilibrio emocional en las relaciones de pareja, y que necesitan toda una vida para descubrir el verdadero sentido que se esconde tras lo que se conoce como "sexo" y "amor". Otros parecen darse cuenta demasiado tarde y prefieren cerrar los ojos, no enfrentar la realidad y seguir con lo suyo, o llevar una doble vida. Otros, miserablemente, se saben demasiado débiles y/o cobardes y aun conociendo la realidad siguen com su historia para evitarse enfrentar nada. Otros (este es el sector que me entristece de veras) aun siendo conscientes de la realidad se dejan llevar por la marea, o en un acto de mayor retorcimiento y cinismo, alcanzan un equilibrio exitoso en su vida sexual pero siguen contribuyendo en los tópicos absurdos filtrándolos a su manera sin atreverse a revisar seriamente sus ideas y prejuicios.
Lo preocupante llega -y tenía que llegar- cuando alrededor del sexo se van alineando, en círculos concéntricos, muchos otros aspectos de la vida de las personas. Cuando el centro está dislocado, todo lo que emana de él es un error.

Dar importancia a lo que no lo tiene equivale a consumir gratuitamente tiempo y energía, o, modificando la ecuación según la cual el tiempo es oro, a consumir literalmente, con fuego, billete por billete, lo que se gana trabajando, a base de esfuerzo, sudor y sufrimiento.
Y así se apilan, una sobre la otra, montañas de vidas humanas entregedas ante el altar de la banalidad y la esclavitud consentida.

23:10 Anotado en Coito ergo sum | Permalink | Comentarios (2)

Comentarios

Una vez escuché un dicho "el hombre mide su virilidad por la cantidad de mujeres que folla , Y no por la cantidad de veces que folla con la misma mujer" . Este dicho se me apareció real,debido a una serie de observaciones vividas de la realidad.Estas vivencias me llevaron, alguna vez, casi hasta el punto de caer en el tópico "todos son igual".La clásica figura del hombre mujeriego,que lo es por defecto como sello puesto de por vida por la madre naturaleza, llega a convertirse en una máscara adquirida,( unas veces alegremente, otras con pesar),por el hombre, y, necesaria para hacerse un hombre.Se torna en prejuicio, pues de antemano se supone que el hombre es mujeriego.Como lo es por naturaleza hay que tolerarlo(en el caso de la mujer), o ,si más no,resignarse a esta convicción y convivir con ella.
Hay que ver lo que hacen con nosotr@s los ideales transmitidos y ,en su favor, los medios de comunicación! ¡Qué confusión!
Por suerte, y con los ojos bien abiertos he podido ir encontrando un poco de todo y ver como el tópico se disuelve en las aguas de la honestidad a uno mismo.No por eso bajo la guardia, sé que el ideal implantado sigue ahí fuera,latente,al acecho de cualquier oportunidad en que manifestarse.Celebro conocer gente que va más allá y que me ayuda a romper mis propios prejuicios.

Anotado por: Laura.L | 18/05/06

Por regla general los hombres hemos de convivir inevitablemente con un descomunal ejército entre las piernas, listo y ansioso para el combate. Creo que eso es algo que todo el mundo sabe pero que no todo el mundo afronta con el mismo grado de madurez. No creo que sea algo de lo que avergonzarse ni una bajeza. Tampoco creo que sea un signo de madurez el modo en que muchas mujeres basan su potencial social en sacar partido de ese hecho, especialmente si por otro lado aluden constantemente a ello con desdén.
Sin embargo un hombre (cuanto menos en casos como el mío) consiste y se rige por muchas más cosas que en ese ejército que lleva entre las piernas y sus campañas militares.
"La clásica figura del hombre mujeriego,que lo es por defecto como sello puesto de por vida por la madre naturaleza, llega a convertirse en una máscara adquirida,( unas veces alegremente, otras con pesar),por el hombre, y, necesaria para hacerse un hombre.Se torna en prejuicio, pues de antemano se supone que el hombre es mujeriego.Como lo es por naturaleza hay que tolerarlo(en el caso de la mujer), o ,si más no,resignarse a esta convicción y convivir con ella"
Exacto... Qué alivio sentir un poco de comprensión.
Celebro encontrar gente con los ojos bien abiertos y el valor de sumergirse en las aguas de la honestidad. Por añadido, leer "Celebreo conocer gente que va más allá y me ayuda a romper mis propios prejuicios" bajo este artículo me hace doblemente feliz.

Anotado por: Webmaster | 18/05/06